Cuándo y cómo limpiar los radiadores

Con el frío ya acechando y el invierno a la vuelta de la esquina, lo que hace falta es refrescar la casa. Porque si la limpieza de primavera es indispensable, incluso las que preceden a la temporada de lluvias deben considerarse esenciales, aunque solo sea para pulir los radiadores después de meses de inactividad.

Y la limpieza de los radiadores suele ser una operación larga y prolongada que requiere mucho tiempo y paciencia, pero que es necesaria para garantizar que el aire que respiras dentro de tu hogar sea siempre saludable. La limpieza debe realizarse en el período inmediatamente anterior a la primera puesta en marcha de los radiadores, para asegurarse de que toda la suciedad que se esconde en su interior haya sido efectivamente eliminada.

Sin embargo, el mantenimiento es fundamental incluso durante los propios meses de invierno, pues sus superficies están constantemente expuestas al riesgo del polvo que acecha entre las ranuras de los elementos y la consiguiente proliferación de ácaros y bacterias que no son muy bien acogidas por el ser humano. Podría ser útil, en este sentido, disponer de materiales filtrantes que durante la época de frío puedan crear una capa entre el radiador y el polvo, asegurando así el correcto funcionamiento del radiador.

En cambio, para la limpieza diaria bastará con pasar siempre un paño ligeramente húmedo por la parte trasera, esa que, al no estar expuesta a la vista, podría estar más sucia y polvorienta de lo que crees. Seguir estas pequeñas precauciones es fundamental sobre todo en el caso de que en la casa vivan niños o personas que padezcan algún tipo de alergia más o menos grave : para ellos es fundamental que el aire sea lo más sano posible, por eso cuidar la limpieza de los radiadores. es tan importante como desempolvar periódicamente muebles y suelos.

Cómo limpiar el interior de los radiadores

Para limpiar adecuadamente los radiadores cerca de los meses de invierno, puedes elegir entre varios sistemas: puedes decidir cuidarlos de la forma tradicional, armándote con paños y hojas de periódicos, pero también puedes recurrir a la ayuda de una vaporera. o póngase en contacto con un especialista que pueda pulirlos en poco tiempo.

Esta opción se debe considerar seriamente si los inquilinos de la casa son alérgicos al polvo, o si los radiadores presentan goteras, óxido o daños estructurales de cualquier tipo. En ausencia de problemas de este tipo, el bricolaje sigue siendo una alternativa muy válida.

Este tipo de operación lleva mucho tiempo, por lo que de nada sirve iniciarla si no estás seguro de poder completarla sin contratiempos e interrupciones. Entendiendo que la limpieza específica varía según la composición del radiador, ya que cada material tiene unas necesidades diferentes, la limpieza interior se realiza casi siempre igual.

Es necesario tener a mano una palangana, una llave inglesa o unos alicates que permitan abrir la válvula y ventilar el radiador y varias hojas de periódico que se colocarán previamente en la zona del suelo que rodea el elemento a ser limpiado Una vez que el recipiente se ha colocado debajo de la válvula de ventilación, se puede abrir con la ayuda de una herramienta adecuada.

En este punto solo queda dejar salir todo el agua que contiene el radiador, que presumiblemente será de color negro o naranja en función del nivel de suciedad que se haya alojado en su interior. Cuando el agua haya salido por completo, la válvula se puede cerrar de nuevo atornillándola en la dirección opuesta. Una vez finalizada la operación, estarás seguro de que el interior del radiador está perfectamente limpio.

Limpieza exterior de radiadores de hierro fundido

Hay que hacer un discurso diferente en todos los frentes, sin embargo, en lo que se refiere a la limpieza exterior de los calefactores que nos permitan resguardarnos del frío durante los meses de invierno. El procedimiento a seguir está muy relacionado con el tipo de material del que está hecho el radiador y no hay lugar para la improvisación porque se corre el riesgo de dañar irremediablemente la capa superficial de la estructura.

Los de hierro fundido son ciertamente los más difíciles de limpiar: requieren un mantenimiento constante y cuidadoso y la operación es particularmente larga y fatigosa. La buena noticia es que, a pesar de todo, puedes hacerlo tú mismo sin necesidad de pedir ayuda a un especialista en el sector. Para ello necesitarás hojas de periódico, imprescindibles para conservar el suelo, una aspiradora, un cepillo con mango lo suficientemente largo, una palangana, agua caliente, un desengrasante, una esponja no abrasiva, un paño de algodón o un cepillo para botellas.. El cepillo se utilizará, después de haber protegido el mueble y el suelo con hojas de periódico, para eliminar parte del polvo que seguramente se habrá depositado entre un elemento y otro del radiador.

Para profundizar, en cambio, necesitará la boquilla de una aspiradora: comenzando por la parte inferior y repitiendo la operación también en la dirección opuesta, la potencia ciclónica de la aspiradora teóricamente debería poder extraer toda la suciedad que ha anidado en el interior de la estructura. En este punto necesitarás un desengrasante efectivo para verter directamente en el agua caliente con la que ya hemos llenado el bol.

La esponja empapada en esta solución debe pasarse repetidamente por toda la superficie del radiador, teniendo cuidado de cambiar el agua con frecuencia para que esté siempre limpio. Entre una pasada y otra sería conveniente utilizar el cepillo para botellas entre las grietas, de forma que hasta el polvo más oculto pueda eliminarse perfectamente. Finalmente, tras el último aclarado será necesario secar el radiador con la ayuda de un paño suave de algodón.

Limpieza exterior de radiadores metálicos y de aluminio

Se necesita mucho menos tiempo, pero mucho cuidado, para limpiar radiadores de metal y aluminio. En este caso necesitas un paño antiestático, una esponja, un balde previamente lleno de agua tibia y jabón neutro, un paño de algodón y una aspiradora.

Este último será superfluo si el radiador está compuesto por elementos tubulares. La boquilla del aspirador se utilizará para una primera limpieza, para aspirar la capa más superficial de exceso de polvo.

Posteriormente será necesario pasar el paño antiestático por toda la estructura, insistiendo en las zonas que parezcan más sucias. El siguiente paso consiste en utilizar una esponja empapada en agua y jabón, con la que limpiar toda la superficie del radiador. Finalmente, con el paño de algodón eliminaremos todo rastro de humedad y el radiador quedará aseado y listo para su uso.

Mejor aún si dispones de una vaporera, que es ideal para limpiar perfectamente los radiadores, para higienizarlos e higienizarlos por completo. Será suficiente con pasarlo por toda la superficie y luego secar con un paño de microfibra, para estar absolutamente seguro de que toda la suciedad ha sido eliminada gracias a la fuerza explosiva del calor.

Cómo solucionar el problema de los radiadores amarillentos

Una vez comprobado que los radiadores de hierro fundido y los de metal y aluminio requieren procedimientos y precauciones muy diferentes, cabe destacar que la limpieza de los radiadores no siempre se realiza con la única ayuda de agua y jabón.

La superficie de los radiadores suele amarillear y desgastarse por varios motivos: a veces la causa se encuentra en el paso del tiempo, pero la culpa también puede ser el humo del cigarrillo, los vapores que inevitablemente se desprenden al cocinar, la luz del sol e incluso demasiado mucho calor

En estas circunstancias habrá que recurrir a soluciones mucho más drásticas y resolutivas que permitan retirar la pintura vieja y volver a pintar las superficies de los radiadores, eliminando todo rastro de esa molesta y antiestética coloración amarillenta. Necesitas conseguir un poco de papel de lija para raspar la pintura vieja y una lata de pintura nueva resistente al calor. Será una operación larga y laboriosa, pero una vez hecho el trabajo, los radiadores estarán como nuevos.

En el caso de que el radiador solo esté engrasado por la grasa, existen tres posibles soluciones para eliminar las manchas: puedes utilizar un producto en spray para limpiar el horno, una solución de bicarbonato y sodio o una mezcla de agua y lejía.

Cualquiera que sea la opción que elija, el tratamiento tendrá como objetivo disolver las manchas y la grasa y desinfectar perfectamente los calentadores de la casa.