Los niños pequeños a menudo se comportan mal con sus padres. No hay que pensar que esto lo provoca sólo el carácter, sino que al igual que los adultos, sienten la necesidad de exteriorizar sus momentos de enfado o frustración.

Obviamente, sin embargo, los niños aún no tienen las herramientas para seguir el método correcto, por lo que el arrebato a menudo termina en llanto, gritos y berrinches.

Qué hacer si tu hijo se porta mal contigo

Pero cuidado, esto no debe convertirse en un hábito : se suele pensar que a
los niños pequeños se les debe dar casi todo, pero en este caso es necesario hacerles entender que un arrebato de este tipo no es beneficioso de ninguna manera (obviamente esto toma tiempo y debe hacerse con una enseñanza gradual, no con métodos abruptos).

Los padres en la vida del niño juegan un papel muy importante de responsabilidad y que no debe ser subestimado, es decir acompañar e indicar el camino correcto al niño, enseñándole a distinguir las acciones correctas
de las incorrectas, así como las actitudes necesarias en determinadas situaciones y las que por el contrario se deben evitar.

Por esta razón, es importante que los padres entiendan todas las necesidades del niño lo mejor posible. Generalmente los peores comportamientos salen dentro de la casa, y esto muy probablemente depende de que el niño se sienta mucho más seguro, libre de todas las reglas, materiales y morales, que la sociedad impone en cualquier ambiente público fuera de la casa, ya sea la escuela o un parque público.

Además, los padres suelen ser los que pasan los momentos más importantes con el niño, tanto positivos como negativos, y con los que más
confianza tiene. En presencia de otras personas, en cambio, son incapaces de expresar todas las emociones y sentimientos que sienten en ese momento, por lo que reprimen su actitud.

Como escribí anteriormente, estas actitudes a veces son provocadas por la necesidad de aliviar el estrés acumulado anteriormente, muchas veces en la escuela, el ambiente que de niños suena como el más riguroso de todos; es habitual que estos brotes se produzcan sobre todo por la noche, cuando
el cansancio agrava un estado emocional ya de por sí precario.

En este caso deberás intentar que se desahogue de alguna otra forma más constructiva (incluso con algunos juguetes que le
gusten especialmente), o si es posible, intentar que descanse para liberar las tensiones acumuladas durante el día.

Sin embargo, esta no es la única causa plausible de mala conducta, sino que existen al menos otras tres razones que pueden justificarla. El primero es también el más conocido: una necesidad de atención. El comportamiento negativo es síntoma de falta de atención, pero esta frase no debe sonar a sentimiento de culpa, pues muchas veces los padres no tienen el tiempo suficiente para causas laborales u otros
compromisos esenciales, por lo que no se dice que haya. Hay algo mal en el trato personal con el niño.

Dicho esto, sin embargo, te aconsejo que te preguntes siempre si le estás
prestando la mayor atención posible, de lo contrario es necesario eliminar los compromisos que no sean estrictamente necesarios para centrarte en él/ella y hacer que su comportamiento mejore.

Una segunda razón es la necesidad del niño de confrontar a veces al padre . Es una característica que se da especialmente entre un hijo varón y el padre pero, aunque con menor probabilidad, también puede ocurrir entre madre e hija.

En este caso el niño está aprendiendo a conocerse a sí mismo ya conocer el mundo que le rodea, y el confrontarse a sí mismo es un método instintivo del hombre
para adquirir conciencia de sus propias capacidades, de su propio papel y el de los demás.

Es un momento de crecimiento que no hay que reprimir pero que, como casi todo, requiere atención y firmeza para hacer comprender al niño cuál es el camino correcto a seguir, y que
aunque vaya adquiriendo cada vez más seguridad y conciencia, el padre sigue siendo la figura autorizada.

La última (no la frecuencia) posible causa de mala conducta radica en un intento de expresar una determinada necesidad de manera incorrecta. El ejemplo más habitual es el clásico capricho que utiliza un niño muy pequeño cuando quiere un determinado juguete, cuando quiere que lo cojan, cuando tiene hambre, cuando necesita que lo cambien… ¡un poco para todo!

En este caso hay que intentar hacerle entender que cada necesidad es diferente de la otra, y que no se puede adoptar una única expresión común para todas.

Eso sí, trata siempre de tener esto en cuenta: el hecho de que tu hijo/hija tenga muchas rabietas con tus padres y menos con el resto de personas (lo que es un indicio de mayor confianza) no significa necesariamente que seas un mal padre. o que estás
haciendo algo absolutamente mal, es mucho más probable que se necesite una atención especial para una determinada fase de la vida, de la que por otro lado, todos hemos pasado.