Una idea común pero infundada es que un niño no puede sufrir de ansiedad. Por el simple hecho de que es demasiado joven para tener problemas y porque su edad es la de la jovialidad.

Lo cierto es que los niños y adolescentes se ven afectados por estos ataques de ansiedad y usted, como padre, necesita reconocer la existencia de este problema para saber cómo enfrentarlo.

Si su hijo tiene problemas de ansiedad, debe intervenir, pero debe hacerlo bien. Lo primero que no tienes que hacer es menospreciar lo que escuchas. Evita frases como “eres demasiado joven para tener ansiedad” o “¿por qué estás ansioso si no tienes problemas?”.

Aunque el niño haya nacido y crecido en una familia amorosa y no le falte nada material, esto no quiere decir que sienta algún tipo de malestar en su interior que lo lleve a sentirse mal.

Síntomas de ansiedad

Ansiedad, si la has experimentado en tu piel, sabes que es sutil. También se manifiesta en los períodos más color de rosa de la vida y hace que aparezca una nube negra sobre tu cabeza. Lo mismo puede pasar con los niños y adolescentes.

Sin embargo, la ansiedad no es solo un sentimiento. Se derrama sobre el cuerpo y desencadena una gran cantidad de síntomas físicos.

Puede provocar náuseas y diarrea, pero también dolor abdominal y de cabeza, manos sudorosas, sensación de piernas débiles, hasta taquicardia y psoriasis.

Estos síntomas muchas veces no son atribuibles a la ansiedad porque aparentemente todo está bien y ni siquiera la persona que los experimenta muchas veces sabe cómo conectarlos. No inmediatamente al menos. Digamos que aquellos que aprenden a vivir con la ansiedad con el tiempo logran identificarlos.

Ansiedad en el niño: ¿por qué se produce?

La ansiedad en niños y adolescentes a menudo se origina en el estrés. Se nota que hay un malestar adentro. Puede ser una forma de ansiedad por el desempeño, o el miedo a defraudar sus expectativas y las de su padre, puede sentirse en competencia con otros niños…

Ocurre en la infancia pero más aún en la adolescencia. Cuando su hijo se enfrenta a sus compañeros, a afrontar un curso escolar que sin duda es más duro y menos favorable para encontrarse con ellos. En definitiva, se da cuenta de que no todo es color de rosa, que los demás no lo consideran tan único y maravilloso como tú. En definitiva, choca con la realidad de los hechos y esto le puede producir no poca angustia.

No todo el mundo hace frente a estas presiones de la misma manera. Hay quien consigue, alternando quizás un paso determinado con otro incierto, superarlo todo más o menos bien. Y hay quienes se dejan llevar por la ansiedad, por las ganas de no competir. Prefiere esconderse y evitar el juicio de los demás.

Qué hacer si tu hijo sufre de ansiedad

Parece que 1 de cada 8 niños en los Estados Unidos sufre de ansiedad. La ansiedad lo lleva a no querer participar en cosas normales para los niños, como fiestas de cumpleaños, por ejemplo. O no quieren estudiar con amigos, justo antes de ir a la escuela se quejan de dolor de estómago y tratan de convencerte de que no los mandes. Entonces, ¿qué debe hacer si su hijo sufre de ansiedad?

  1. Reconoce primero el problema y no tomes sus afirmaciones como caprichos. Siéntese con él, respire hondo unas cuantas veces y dígale que comprende su ansiedad y miedo. De hecho, a menudo se siente tentado a usar frases como “no hay nada que temer. Lo haces para tranquilizarlo, por supuesto, pero él no se siente comprendido y no le ofreces una solución. Piensa con él cómo resolver la situación y ayúdalo a afrontarla.
  2. Cuéntale sobre tus miedos. La ansiedad que experimenta tu hijo lo paraliza, hace que ignore la parte racional del cerebro y se deje absorber por los miedos. Llega a pensar que esos miedos son solo suyos. Cuéntale las tuyas o mejor dicho, las que viviste a su edad. ¡Esto lo ayuda a desacreditar el problema y reconocer que su madre alguna vez fue una niña como él y que ella también estaba asustada! Hablarle solo del miedo no es suficiente. También necesita explicarle cómo resolvió su problema.
  3. Enséñele a su hijo a no viajar demasiado con la imaginación. Por hermoso que sea soñar, un niño ansioso tiende a proyectarse hacia el futuro no con una visión optimista sino imaginando escenarios que confirman sus miedos. Así que enséñales a estar presentes no a pensar “qué pasaría si…” sino “qué pasa ahora”. Pídale que hable libremente sobre todas sus preocupaciones durante 15 minutos todos los días o que las escriba si es más proclive a este tipo de comunicación. Después de ese tiempo, ayúdelo a concentrarse en el presente.
  4. No evite situaciones que le provoquen ansiedad. Está claro que ante una situación de ansiedad muy fuerte es bueno llevárselo, porque solo le haría sentir mal dejarlo en la situación en la que no se siente cómodo (como una fiesta de cumpleaños). Pero tienes que ayudarlo a lidiar con estas situaciones paso a paso. Cuando ya no tiene miedo frente a cada paso, pasa al siguiente.